La fobia social es el nombre con el que los psicólogos etiquetamos la
timidez extrema. Con la fobia social, la persona sufre ante la idea de
hacer el ridículo y acaba por evitar las situaciones en las cuales lo
pasa mal. De esta manera, la persona va dejando de hacer cosas y cada
vez experimenta más malestar, pudiendo llegar a quedarse encerrada en
casa.
Las personas que sufren este problema acostumbran a ser muy sensibles a las críticas y tienen sentimientos de inferioridad. Son poco hábiles en las relaciones sociales (mirada, tono de voz, gestos) y muestran signos de ansiedad. Pueden tener dificultades a la hora de mantener amistades y defender sus derechos, deseos y/o necesidades.
Las personas que sufren este problema acostumbran a ser muy sensibles a las críticas y tienen sentimientos de inferioridad. Son poco hábiles en las relaciones sociales (mirada, tono de voz, gestos) y muestran signos de ansiedad. Pueden tener dificultades a la hora de mantener amistades y defender sus derechos, deseos y/o necesidades.
Los afectados creen que los otros los criticarán, se sienten inseguros,
dudan de su actuación y de sus capacidades, creen que harán el ridículo,
etc. Son estas preocupaciones las que provocan la ansiedad, incluso
antes de encontrarse en la situación que temen.Técnicamente, los
psicólogos entienden la fobia social como un trastorno de ansiedad que
se caracteriza por sentir miedo y malestar en situaciones en que la
persona está delante de desconocidos o puede ser evaluada por los otros.
El afectado reconoce que su miedo es excesivo o irracional pero sigue
sufriendo y/o evitando este tipo de situaciones. Los síntomas y las
actitudes que comporta la fobia social interfieren acusadamente en la
rutina de la persona, en sus relaciones o provocan un malestar
significativo. La fobia social puede ser generalizada si la persona teme
a la mayoría de situaciones sociales.
Un factor clave: la ansiedad anticipatoria
La aparición del trastorno se puede explicar por haber sido un niño tímido o por una experiencia humillante. La intensidad del problema variará según los acontecimientos estresantes y las exigencias del entorno. Los estudios indican que entre un 3% y un 13% de la población puede sufrir fobia social. Por otro lado, un concepto importante para entender la fobia social es la ansiedad anticipatoria. Este concepto se refiere al hecho de sentir ansiedad al prever (anticipar) cómo actuaremos en una situación futura. La persona piensa qué deberá hacer; cree que, si está nerviosa, los otros lo notarán, entonces hará el ridículo y se burlarán. Lo que sucede es que al pensar en aquello que le da miedo, siente ansiedad; entonces, esta ansiedad le provoca inseguridad y le perjudica en la manera de actuar, facilitando que los otros se fijen en lo que hace. De esta forma, el afectado por fobia social puede enfrentarse a la situación y pasarlo mal o puede evitarla y así sentirse aliviado. Esta segunda opción explica porque se mantiene el problema, puesto que una persona, a corto plazo, se siente mejor si no se enfrenta a la situación y peor si lo hace. También puede pasar que la persona esté autoevaluándose continuamente y esto desnaturalice su comportamiento cuando se encuentra con otra gente.
De cara al tratamiento del trastorno, el paciente necesitará implicarse en su mejora, entender que ha aprendido a comportarse de una manera y, por lo tanto, que puede aprender a hacerlo de otra. Lo más habitual es enseñar técnicas para reducir la ansiedad y explicar cómo la ansiedad anticipatoria puede hacer que el problema persista. La exposición progresiva ayudará, junto con los experimentos conductuales, a disminuir la ansiedad. Asimismo, serán útiles las técnicas de reestructuración cognitiva para detectar y modificar creencias irracionales, estrategias para mejorar las habilidades sociales y la actuación en público. Así, el paciente reconducirá su actitud y podrá enfrentarse a los retos de la vida cotidiana sin problemas.
¿Cómo superar la fobia social?
Por poner un ejemplo podríamos exponer el caso de Ramón. Ramón piensa que cuando está con gente se pondrá nervioso y no caerá bien o que los otros pensarán que es extraño. Ramón también es una persona muy susceptible y está pendiente de cualquier gesto o mirada de los otros que pueda significar que se están riendo de él. Es comprensible que una persona que se pone nerviosa ante la perspectiva de no caer bien a la gente y que está vigilando constantemente cualquier detalle, no sea natural. Lo que esto causa en los otros es que le traten de modo diferente y esto justifique sus pensamientos.
Durante la terapia, Ramón se da cuenta que cuando piensa esto él se va angustiando; esto hace que cuando llega el momento de encontrarse con alguien ya esté tan nervioso que la otra persona fácilmente se dé cuenta de que no se comporta de manera natural.
En este caso, la terapia se centró en reducir la ansiedad con técnicas de respiración y en detectar los pensamientos automáticos (“me pondré nervioso” y/o “se reirán de mí”) y sustituirlos por otros de positivos (“si estoy tranquilo lo haré mejor”, “puedo hablar de temas que domino, como el fútbol o el tiempo”). Los éxitos llegaron deprisa y dieron confianza a Ramón para afrontar las situaciones que le producían angustia.
Albert Rubí
Psicólogo de ISEP Clínic Manresa
Fuente: http://goo.gl/hvA5b
No hay comentarios:
Publicar un comentario